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„Copas del silencio“

„Copas del silencio“
Atención: Esta totalmante prohibida la reproducción de las fotografías en otros medios electrónicos o impresos sin la autorización expresa del autor. Si te interesa la foto contacta con el autor: Miró von Laugaricio ©
Descripción

Esta imagen actúa como un poema visual sobre el silencio, el vacío y lo infinito. La mirada del fotógrafo se dirige directamente hacia arriba, hacia un cielo apenas insinuado, como cubierto por un velo de niebla o polvo. A su alrededor se extienden al espacio las siluetas oscuras de árboles desnudos, cuyas ramas se arquean como nervios negros que se ramifican hacia un centro invisible. La fotografía está realizada en una escala de blanco y negro, lo que intensifica la sensación de atemporalidad y simplifica la expresión visual —no distrae con colores, sino que guía al espectador hacia la estructura, la composición y la emoción.

El elemento visual dominante es el ritmo y la repetición. Las ramas, aunque cada una diferente, se funden en una red visual que resulta a la vez delicada y sobrecogedora. La composición crea una fuerte atracción central: el espacio vacío en el centro del encuadre contrasta con la densidad de líneas en los bordes. Este contraste actúa como un remolino o una ilusión óptica que absorbe al espectador —la imagen literalmente lo arrastra hacia dentro.

Las líneas de las ramas son finas, delicadas, pero llenas de energía —recuerdan trazos caligráficos o partituras gráficas complejas. Su dirección ascendente evoca movimiento —no brusco, sino constante, paciente. Los árboles encarnan aquí la permanencia, el arraigo y al mismo tiempo el anhelo de alcanzar algo más —luz, espacio, trascendencia.

La atmósfera de la imagen es silenciosa, meditativa, casi sacra. No es un bosque en el sentido romántico de la naturaleza —es un templo al que se accede con la mirada. La ausencia de hojas y de color otorga al cuadro una austeridad invernal, que no es fría, sino pura, revelada, sin máscara.

El espectador se convierte en parte de este espacio —no como observador, sino como peregrino. La imagen despierta contemplación, una reflexión sobre la grandeza de la naturaleza y la pequeñez del ser humano. Pero también ofrece consuelo —en la simplicidad, en la regularidad, en el hecho de que incluso las ramas desnudas pueden crear una danza visual perfecta si se las mira con la calma suficiente.

Es una imagen sobre el vacío que no está vacío —sino lleno de silencio.

„ Copas del silencio “

Esta imagen actúa como un poema visual sobre el silencio, el vacío y lo infinito. La mirada del fotógrafo se dirige directamente hacia arriba, hacia un cielo apenas insinuado, como cubierto por un velo de niebla o polvo. A su alrededor se extienden al espacio las siluetas oscuras de árboles desnudos, cuyas ramas se arquean como nervios negros que se ramifican hacia un centro invisible. La fotografía está realizada en una escala de blanco y negro, lo que intensifica la sensación de atemporalidad y simplifica la expresión visual —no distrae con colores, sino que guía al espectador hacia la estructura, la composición y la emoción.

El elemento visual dominante es el ritmo y la repetición. Las ramas, aunque cada una diferente, se funden en una red visual que resulta a la vez delicada y sobrecogedora. La composición crea una fuerte atracción central: el espacio vacío en el centro del encuadre contrasta con la densidad de líneas en los bordes. Este contraste actúa como un remolino o una ilusión óptica que absorbe al espectador —la imagen literalmente lo arrastra hacia dentro.

Las líneas de las ramas son finas, delicadas, pero llenas de energía —recuerdan trazos caligráficos o partituras gráficas complejas. Su dirección ascendente evoca movimiento —no brusco, sino constante, paciente. Los árboles encarnan aquí la permanencia, el arraigo y al mismo tiempo el anhelo de alcanzar algo más —luz, espacio, trascendencia.

La atmósfera de la imagen es silenciosa, meditativa, casi sacra. No es un bosque en el sentido romántico de la naturaleza —es un templo al que se accede con la mirada. La ausencia de hojas y de color otorga al cuadro una austeridad invernal, que no es fría, sino pura, revelada, sin máscara.

El espectador se convierte en parte de este espacio —no como observador, sino como peregrino. La imagen despierta contemplación, una reflexión sobre la grandeza de la naturaleza y la pequeñez del ser humano. Pero también ofrece consuelo —en la simplicidad, en la regularidad, en el hecho de que incluso las ramas desnudas pueden crear una danza visual perfecta si se las mira con la calma suficiente.

Es una imagen sobre el vacío que no está vacío —sino lleno de silencio.


Ficha
Copyright Miró von Laugaricio [ miroart ] ©
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Categoria Naturaleza
Realizada el 08/06/2025
Subida el 08/06/2025
80 Visitas.
Localización
Continente: Europa País: Austria Región: Wien Sitio: Viena