Javier Melendez
starstarstarstarstar
Reza el dicho que una imágen habla más que mil palabras y parece ser que efectivamente así es; en este espacio conozco el mundo a través de las imágenes de cientos de fotógrafos profesionales y no profesionales, éste último es mi caso, abren sus lentes como selectas ventanas para asomarnos al mundo. Somos personas que confluimos en este espacio una vez que recorremos pie a tierra, a diario, nuestro planeta y llegamos frente a una computadora a resumir nuestras experiencias; las fotografias que subimos, han sido seleccionadas de entre otras imágenes, dando asi un testimonio tangible de nuestro mundo, del entorno natural y de la naturaleza del ser humano en todo su menú de opciones.
Por mi parte quiero expresar en imágenes lo que considero importante, principalmente lo que sucede en Samalayuca, mi aldea y mi universo. Para que mi aldea se conozca en el mundo a través de su gente, paisaje, colores y costumbres; así como difundir lo que veo en otras partes de México a donde tengo oportunidad de viajar.
Mis imágenes, por el equipo que empecé a usar, un teléfono celular de poca resolución, muchas de las veces no fueron de la mejor calidad, pero se constituyen en documentos y testimonios vivos de lo que veo -dijo Hegel-, con los ojos de la razón y en esto radica mi utopía.
Bonita foto, excelente composicion y mejor modelo. Saludos paisano.
Titulo foto:
modelo - Fotógrafo:
choronja - 18/11/2008
Valoración Foto:
Muy Buena
De verdad, hermosa flor. SaludosTitulo foto:
Buganvilla en el balcón - Fotógrafo:
Pepote - 18/11/2008
Valoración Foto:
Muy Buena
Que buen momemento para captar a estos vagos. SaludosTitulo foto:
Mira que los hay vagos - Fotógrafo:
Orentino - 12/11/2008
Valoración Foto:
Muy Buena
Me encantan los molinos de viento. SaludosTitulo foto:
Amigos del Viento - Fotógrafo:
patapalo - 12/11/2008
Valoración Foto:
Muy Buena
Preciosa imagen. SaludosTitulo foto:
De paseo - Fotógrafo:
QUIQUELARA - 12/11/2008
Valoración Foto:
Muy Buena
Preciosa imagen. SaludosTitulo foto:
Una Ardilla - Fotógrafo:
Danny-Aguilar - 12/11/2008
Valoración Foto:
Muy Buena
Bonita foto en los limites de dos paises y un niño feliz del lado mexicano. Con el balon de futbol soccer, pareciera ser embajador de Brasil o Argentina que muestra con orgullo a los estaunidenses que en el balompie la America Latina es superior. Felicidades y saludos. Titulo foto:
CARLITOS, ENFRENTE EL PASO TEXAS, ATRAS CD. JUAREZ - Fotógrafo:
Lucia-Torres - 01/07/2008
Médanos en movimiento Por: Javier Meléndez Cardona ¡Qué decir del desierto!, en Samalayuca comenzó mi vida y cuando muero regreso a sus dunas abrasadoras para volver a nacer. El desierto es un lugar lleno de espiritualidad, no por nada Dios escogió una región como ésta para enviar a su hijo unigénito y salvar al mundo, aquí se nace sin nada, se vive sin nada y nada se valora tanto como un vaso de agua fresca y una palabra de aliento. Samalayuca es de piel dorada, tiene bellos ojos verdes y con su arena forma hermosas caderas que se mueven a ritmo de los vientos de febrero y marzo. Samalayuca es un refugio del norte chihuahuense de trescientas hectáreas de dunas, sus varios dorsos y siluetas de mujer en reposo levantan enormes olas de arena que alcanzan el cielo, llegar a este desierto es como llegar a la luna, pero más bonito. No se necesita traje de astronauta, ni los 20 millones de dólares que pagó Anousheh Ansari para viajar a la estratósfera en la cápsula rusa Soyuz TMA-8 desde la estepa rusa Kazajstánel. Para que el desierto de Samalayuca haga despegar tus sueños sólo es necesario llevar la convicción de encontrarse consigo mismo, no con seres extraños, pues al extraño lo has encontrado desde que llegaste. Es buscar agua, cactáceas, álamos y más signos de vida que te digan que estás vivo sin que necesariamente hayas muerto. Introducirse entre sus dunas es como adentrarse mar adentro, es ir a un encuentro con nada, es darse cuenta que los pies son útiles para no hundirse en el suelo movedizo, es sentir que el sol recoge aquí sus rayos más candentes para distribuirlos después por el planeta en pequeñas dosis, es darse cuenta que el viento es un motor de la naturaleza que con su sílice azota las caras para limpiarlas de las vergüenzas ajenas y la propia, pero sobretodo, adentrarse en este planeta de la nada, es encontrarse consigo mismo y con quienes se elige, aquí nadie estará que uno no quiera. Es como meterse al cuadro que cuelga sobre la pared de alguna casa u oficina, o sumergirse en las imágenes captadas por el lente de Adrián Caldera, es la posibilidad de encontrarse con el hijo de Dios predicando y escucharlo como su fiel apóstol. Y cuando cae la noche, las únicas siluetas que se verán son las que uno realiza con pincelazos de luna remojados en sotol y así te conviertes en el propietario del desierto y finalmente serás dueño de nada. Es la posibilidad de hablar sin ser escuchado con fingimientos y es estar solo sin estar rodeado de gente. Es amar sin perjudicar a nadie. El desierto es un refugio cómplice y es nada. samalayucatexas@yahoo.com.mx.com Titulo foto:
dunas de samalayuca 3 - Fotógrafo:
LUIS-ELEUTERIO - 22/06/2008
Médanos en movimiento
Por: Javier Meléndez Cardona
¡Qué decir del desierto!, en Samalayuca comenzó mi vida y cuando muero regreso a sus dunas abrasadoras para volver a nacer. El desierto es un lugar lleno de espiritualidad, no por nada Dios escogió una región como ésta para enviar a su hijo unigénito y salvar al mundo, aquí se nace sin nada, se vive sin nada y nada se valora tanto como un vaso de agua fresca y una palabra de aliento. Samalayuca es de piel dorada, tiene bellos ojos verdes y con su arena forma hermosas caderas que se mueven a ritmo de los vientos de febrero y marzo. Samalayuca es un refugio del norte chihuahuense de trescientas hectáreas de dunas, sus varios dorsos y siluetas de mujer en reposo levantan enormes olas de arena que alcanzan el cielo, llegar a este desierto es como llegar a la luna, pero más bonito. No se necesita traje de astronauta, ni los 20 millones de dólares que pagó Anousheh Ansari para viajar a la estratósfera en la cápsula rusa Soyuz TMA-8 desde la estepa rusa Kazajstánel. Para que el desierto de Samalayuca haga despegar tus sueños sólo es necesario llevar la convicción de encontrarse consigo mismo, no con seres extraños, pues al extraño lo has encontrado desde que llegaste. Es buscar agua, cactáceas, álamos y más signos de vida que te digan que estás vivo sin que necesariamente hayas muerto. Introducirse entre sus dunas es como adentrarse mar adentro, es ir a un encuentro con nada, es darse cuenta que los pies son útiles para no hundirse en el suelo movedizo, es sentir que el sol recoge aquí sus rayos más candentes para distribuirlos después por el planeta en pequeñas dosis, es darse cuenta que el viento es un motor de la naturaleza que con su sílice azota las caras para limpiarlas de las vergüenzas ajenas y la propia, pero sobretodo, adentrarse en este planeta de la nada, es encontrarse consigo mismo y con quienes se elige, aquí nadie estará que uno no quiera. Es como meterse al cuadro que cuelga sobre la pared de alguna casa u oficina, o sumergirse en las imágenes captadas por el lente de Adrián Caldera, es la posibilidad de encontrarse con el hijo de Dios predicando y escucharlo como su fiel apóstol. Y cuando cae la noche, las únicas siluetas que se verán son las que uno realiza con pincelazos de luna remojados en sotol y así te conviertes en el propietario del desierto y finalmente serás dueño de nada. Es la posibilidad de hablar sin ser escuchado con fingimientos y es estar solo sin estar rodeado de gente. Es amar sin perjudicar a nadie. El desierto es un refugio cómplice y es nada. samalayucatexas@yahoo.com.mx.com Titulo foto:
Cazando en el desierto 2 - Fotógrafo:
noelcruz - 22/06/2008
Médanos en movimiento Por: Javier Meléndez Cardona ¡Qué decir del desierto!, en Samalayuca comenzó mi vida y cuando muero regreso a sus dunas abrasadoras para volver a nacer. El desierto es un lugar lleno de espiritualidad, no por nada Dios escogió una región como ésta para enviar a su hijo unigénito y salvar al mundo, aquí se nace sin nada, se vive sin nada y nada se valora tanto como un vaso de agua fresca y una palabra de aliento. Samalayuca es de piel dorada, tiene bellos ojos verdes y con su arena forma hermosas caderas que se mueven a ritmo de los vientos de febrero y marzo. Samalayuca es un refugio del norte chihuahuense de trescientas hectáreas de dunas, sus varios dorsos y siluetas de mujer en reposo levantan enormes olas de arena que alcanzan el cielo, llegar a este desierto es como llegar a la luna, pero más bonito. No se necesita traje de astronauta, ni los 20 millones de dólares que pagó Anousheh Ansari para viajar a la estratósfera en la cápsula rusa Soyuz TMA-8 desde la estepa rusa Kazajstánel. Para que el desierto de Samalayuca haga despegar tus sueños sólo es necesario llevar la convicción de encontrarse consigo mismo, no con seres extraños, pues al extraño lo has encontrado desde que llegaste. Es buscar agua, cactáceas, álamos y más signos de vida que te digan que estás vivo sin que necesariamente hayas muerto. Introducirse entre sus dunas es como adentrarse mar adentro, es ir a un encuentro con nada, es darse cuenta que los pies son útiles para no hundirse en el suelo movedizo, es sentir que el sol recoge aquí sus rayos más candentes para distribuirlos después por el planeta en pequeñas dosis, es darse cuenta que el viento es un motor de la naturaleza que con su sílice azota las caras para limpiarlas de las vergüenzas ajenas y la propia, pero sobretodo, adentrarse en este planeta de la nada, es encontrarse consigo mismo y con quienes se elige, aquí nadie estará que uno no quiera. Es como meterse al cuadro que cuelga sobre la pared de alguna casa u oficina, o sumergirse en las imágenes captadas por el lente de Adrián Caldera, es la posibilidad de encontrarse con el hijo de Dios predicando y escucharlo como su fiel apóstol. Y cuando cae la noche, las únicas siluetas que se verán son las que uno realiza con pincelazos de luna remojados en sotol y así te conviertes en el propietario del desierto y finalmente serás dueño de nada. Es la posibilidad de hablar sin ser escuchado con fingimientos y es estar solo sin estar rodeado de gente. Es amar sin perjudicar a nadie. El desierto es un refugio cómplice y es nada. samalayucatexas@yahoo.com.mx.com Titulo foto:
Una Mujer Hermosa - Fotógrafo:
jose-pedregon - 22/06/2008
Médanos en movimiento
Por: Javier Meléndez Cardona
¡Qué decir del desierto!, en Samalayuca comenzó mi vida y cuando muero regreso a sus dunas abrasadoras para volver a nacer. El desierto es un lugar lleno de espiritualidad, no por nada Dios escogió una región como ésta para enviar a su hijo unigénito y salvar al mundo, aquí se nace sin nada, se vive sin nada y nada se valora tanto como un vaso de agua fresca y una palabra de aliento. Samalayuca es de piel dorada, tiene bellos ojos verdes y con su arena forma hermosas caderas que se mueven a ritmo de los vientos de febrero y marzo. Samalayuca es un refugio del norte chihuahuense de trescientas hectáreas de dunas, sus varios dorsos y siluetas de mujer en reposo levantan enormes olas de arena que alcanzan el cielo, llegar a este desierto es como llegar a la luna, pero más bonito. No se necesita traje de astronauta, ni los 20 millones de dólares que pagó Anousheh Ansari para viajar a la estratósfera en la cápsula rusa Soyuz TMA-8 desde la estepa rusa Kazajstánel. Para que el desierto de Samalayuca haga despegar tus sueños sólo es necesario llevar la convicción de encontrarse consigo mismo, no con seres extraños, pues al extraño lo has encontrado desde que llegaste. Es buscar agua, cactáceas, álamos y más signos de vida que te digan que estás vivo sin que necesariamente hayas muerto. Introducirse entre sus dunas es como adentrarse mar adentro, es ir a un encuentro con nada, es darse cuenta que los pies son útiles para no hundirse en el suelo movedizo, es sentir que el sol recoge aquí sus rayos más candentes para distribuirlos después por el planeta en pequeñas dosis, es darse cuenta que el viento es un motor de la naturaleza que con su sílice azota las caras para limpiarlas de las vergüenzas ajenas y la propia, pero sobretodo, adentrarse en este planeta de la nada, es encontrarse consigo mismo y con quienes se elige, aquí nadie estará que uno no quiera. Es como meterse al cuadro que cuelga sobre la pared de alguna casa u oficina, o sumergirse en las imágenes captadas por el lente de Adrián Caldera, es la posibilidad de encontrarse con el hijo de Dios predicando y escucharlo como su fiel apóstol. Y cuando cae la noche, las únicas siluetas que se verán son las que uno realiza con pincelazos de luna remojados en sotol y así te conviertes en el propietario del desierto y finalmente serás dueño de nada. Es la posibilidad de hablar sin ser escuchado con fingimientos y es estar solo sin estar rodeado de gente. Es amar sin perjudicar a nadie. El desierto es un refugio cómplice y es nada. samalayucatexas@yahoo.com.mx.com Titulo foto:
de novios en las dunas - Fotógrafo:
sergiocastro - 22/06/2008
Médanos en movimiento
Por: Javier Meléndez Cardona
¡Qué decir del desierto!, en Samalayuca comenzó mi vida y cuando muero regreso a sus dunas abrasadoras para volver a nacer. El desierto es un lugar lleno de espiritualidad, no por nada Dios escogió una región como ésta para enviar a su hijo unigénito y salvar al mundo, aquí se nace sin nada, se vive sin nada y nada se valora tanto como un vaso de agua fresca y una palabra de aliento.
Samalayuca es de piel dorada, tiene bellos ojos verdes y con su arena se forma hermosas caderas que se mueven a ritmo de los vientos de febrero y marzo.
Las dunas de Samalayuca son un refugio del norte chihuahuense de trescientas hectáreas, sus varios dorsos y siluetas de mujer en reposo levantan enormes olas de arena que alcanzan el cielo, llegar a este desierto es como llegar a la luna, pero más bonito. No se necesita traje de astronauta, ni los 20 millones de dólares que pagó Anousheh Ansari para viajar a la estratósfera en la cápsula rusa Soyuz TMA-8 desde la estepa rusa de Kazajstánel.
Para que el desierto de Samalayuca haga despegar tus sueños sólo es necesario llevar la convicción de encontrarse consigo mismo, no con seres extraños, pues al extraño lo has encontrado desde que llegaste. Es buscar agua, cactáceas, álamos y más signos de vida que te digan que estás vivo sin que necesariamente hayas muerto.
Introducirse entre sus dunas es como adentrarse mar adentro, es ir a un encuentro con nada, es darse cuenta que los pies son útiles para no hundirse en el suelo movedizo, es sentir que el sol recoge aquí sus rayos más candentes para distribuirlos después por el planeta en pequeñas dosis, es darse cuenta que el viento es un motor de la naturaleza que con su sílice azota las caras para limpiarlas de las vergüenzas propia y ajenas, pero sobretodo, adentrarse en este planeta de la nada, es encontrarse consigo mismo y con quienes se elige, aquí nadie estará que uno no quiera.
Es como meterse al cuadro que cuelga sobre la pared de alguna casa u oficina, o sumergirse en las imágenes captadas por el lente de Adrián Caldera, es la posibilidad de encontrarse con el hijo de Dios predicando y escucharlo como su fiel apóstol.
Y cuando cae la noche, las únicas siluetas que se verán son las que uno realiza con pincelazos de luna remojados en sotol y así te conviertes en el propietario del desierto y finalmente serás dueño de nada.
Es la posibilidad de hablar sin ser escuchado con fingimientos y es estar solo sin estar rodeado de gente. Es amar sin perjudicar a nadie. El desierto es un refugio cómplice y es nada.
samalayucatexas@yahoo.com.mx
Titulo foto:
Medanos - Fotógrafo:
miguel_baca - 22/06/2008
Médanos en movimiento
Por: Javier Meléndez Cardona
¡Qué decir del desierto!, en Samalayuca comenzó mi vida y cuando muero regreso a sus dunas abrasadoras para volver a nacer. El desierto es un lugar lleno de espiritualidad, no por nada Dios escogió una región como ésta para enviar a su hijo unigénito y salvar al mundo, aquí se nace sin nada, se vive sin nada y nada se valora tanto como un vaso de agua fresca y una palabra de aliento.
Samalayuca es de piel dorada, tiene bellos ojos verdes y con su arena se forma hermosas caderas que se mueven a ritmo de los vientos de febrero y marzo.
Las dunas de Samalayuca son un refugio del norte chihuahuense de trescientas hectáreas, sus varios dorsos y siluetas de mujer en reposo levantan enormes olas de arena que alcanzan el cielo, llegar a este desierto es como llegar a la luna, pero más bonito. No se necesita traje de astronauta, ni los 20 millones de dólares que pagó Anousheh Ansari para viajar a la estratósfera en la cápsula rusa Soyuz TMA-8 desde la estepa rusa de Kazajstánel.
Para que el desierto de Samalayuca haga despegar tus sueños sólo es necesario llevar la convicción de encontrarse consigo mismo, no con seres extraños, pues al extraño lo has encontrado desde que llegaste. Es buscar agua, cactáceas, álamos y más signos de vida que te digan que estás vivo sin que necesariamente hayas muerto.
Introducirse entre sus dunas es como adentrarse mar adentro, es ir a un encuentro con nada, es darse cuenta que los pies son útiles para no hundirse en el suelo movedizo, es sentir que el sol recoge aquí sus rayos más candentes para distribuirlos después por el planeta en pequeñas dosis, es darse cuenta que el viento es un motor de la naturaleza que con su sílice azota las caras para limpiarlas de las vergüenzas propia y ajenas, pero sobretodo, adentrarse en este planeta de la nada, es encontrarse consigo mismo y con quienes se elige, aquí nadie estará que uno no quiera.
Es como meterse al cuadro que cuelga sobre la pared de alguna casa u oficina, o sumergirse en las imágenes captadas por el lente de Adrián Caldera, es la posibilidad de encontrarse con el hijo de Dios predicando y escucharlo como su fiel apóstol.
Y cuando cae la noche, las únicas siluetas que se verán son las que uno realiza con pincelazos de luna remojados en sotol y así te conviertes en el propietario del desierto y finalmente serás dueño de nada.
Es la posibilidad de hablar sin ser escuchado con fingimientos y es estar solo sin estar rodeado de gente. Es amar sin perjudicar a nadie. El desierto es un refugio cómplice y es nada.
samalayucatexas@yahoo.com.mx
Titulo foto:
lineas - Fotógrafo:
raquelpedraza - 22/06/2008
La imagen es elocuente, nada contiene a los medanos en movimiento, ni estos soldados de madera formados marcialmente podran algun dia contener la fuerza de la naturaleza. Me encanta la toma. El desierto sigue dando lecciones para la vida, sientelo. Saludos Lucia.Titulo foto:
DUNAS DE SAMALAYUCA - Fotógrafo:
Lucia-Torres - 14/06/2008
Médanos en movimiento
Por: Javier Meléndez Cardona
¡Qué decir del desierto!, en Samalayuca comenzó mi vida y cuando muero regreso a sus dunas abrasadoras para volver a nacer. El desierto es un lugar lleno de espiritualidad, no por nada Dios escogió una región como ésta para enviar a su hijo unigénito y salvar al mundo, aquí se nace sin nada, se vive sin nada y nada se valora tanto como un vaso de agua fresca y una palabra de aliento.
Samalayuca es de piel dorada, tiene bellos ojos verdes y con su arena forma hermosas caderas que se mueven a ritmo de los vientos de febrero y marzo.
Samalayuca es un refugio del norte chihuahuense de trescientas hectáreas de dunas, sus varios dorsos y siluetas de mujer en reposo levantan enormes olas de arena que alcanzan el cielo, llegar a este desierto es como llegar a la luna, pero más bonito. No se necesita traje de astronauta, ni los 20 millones de dólares que pagó Anousheh Ansari para viajar a la estratósfera en la cápsula rusa Soyuz TMA-8 desde la estepa rusa Kazajstánel.
Para que el desierto de Samalayuca haga despegar tus sueños sólo es necesario llevar la convicción de encontrarse consigo mismo, no con seres extraños, pues al extraño lo has encontrado desde que llegaste. Es buscar agua, cactáceas, álamos y más signos de vida que te digan que estás vivo sin que necesariamente hayas muerto.
Introducirse entre sus dunas es como adentrarse mar adentro, es ir a un encuentro con nada, es darse cuenta que los pies son útiles para no hundirse en el suelo movedizo, es sentir que el sol recoge aquí sus rayos más candentes para distribuirlos después por el planeta en pequeñas dosis, es darse cuenta que el viento es un motor de la naturaleza que con su sílice azota las caras para limpiarlas de las vergüenzas ajenas y la propia, pero sobretodo, adentrarse en este planeta de la nada, es encontrarse consigo mismo y con quienes se elige, aquí nadie estará que uno no quiera.
Es como meterse al cuadro que cuelga sobre la pared de alguna casa u oficina, o sumergirse en las imágenes captadas por el lente de Adrián Caldera, es la posibilidad de encontrarse con el hijo de Dios predicando y escucharlo como su fiel apóstol.
Y cuando cae la noche, las únicas siluetas que se verán son las que uno realiza con pincelazos de luna remojados en sotol y así te conviertes en el propietario del desierto y finalmente serás dueño de nada.
Es la posibilidad de hablar sin ser escuchado con fingimientos y es estar solo sin estar rodeado de gente. Es amar sin perjudicar a nadie. El desierto es un refugio cómplice y es nada.
samalayucatexas@yahoo.com.mx.com
Titulo foto:
LA BELLEZA DEL DESIERTO - Fotógrafo:
Lucia-Torres - 29/05/2008
435 comentarios