Este bodegón se presenta como un artefacto de un mundo submarino mítico: una composición que une huellas del tiempo, de la naturaleza y del ser humano en una sola historia visual. Sobre un fondo oscuro y con pátina, destaca una estrella de mar seca, amplia y de formas escultóricas, que yace en el centro de la escena como una piedra de recuerdos. Su cuerpo tiene una textura clara y mate, con salientes y pliegues irregulares – parece una joya antigua, cuya belleza es silenciosa, pero inconfundible.
Detrás de ella se alza una pequeña ánfora antigua, o más bien su réplica – cubierta de escamas de sal y del paso del tiempo. Sobresale como testigo de un viaje lejano, símbolo de la presencia humana entre los registros de la naturaleza. A su alrededor se dispersan diversas conchas marinas: desde formas en espiral hasta cónicas, cada una con un dibujo diferente, un matiz distinto, como si hubieran llegado de distintos rincones del mundo.
Un elemento plástico importante es también la vegetación marina seca – ramitas grises y frágiles que introducen un caos orgánico a la escena, en contraste con la forma firme de la estrella. Todo el bodegón está dispuesto sobre una base de madera antigua, agrietada y oscura, generando la impresión de un objeto museístico – una composición que alguien ha reunido con cuidado como un recuerdo del mar.
La gama cromática es terrosa, atenuada – una combinación de tonos oxidados, arenosos y lechosos que crea una armonía serena. La luz proviene de la izquierda, modela suavemente los volúmenes y realza la textura superficial de cada concha y de la estrella – no de manera dramática, sino con respeto al detalle.
Esta imagen tiene un efecto contemplativo – no es solo una colección de objetos, sino una narración poética. Sobre la distancia, sobre el silencio bajo la superficie, sobre lo que recolectamos y recordamos. La estrella seca no está muerta – es un movimiento detenido, un grito del mar que se ha silenciado. Un bodegón que habla de lo que tomamos de la naturaleza, de lo que conservamos – y de lo que el océano mismo recuerda de todo ello.